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 Asunto: Esperando la nieve como agua de mayo
NotaPublicado: Dom Dic 31, 2006 10:45 pm 
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Esperando la nieve como agua de mayo

En Boñar y Puebla de Lillo están esperando la nieve como agua de mayo. La mayoría de los establecimientos hoteleros están llenos este fin de semana de Nochevieja y Año Nuevo, pero los bares, los restaurantes y el resto de los negocios ligados a la nieve viven la cuesta de enero más dura de los últimos años, aunque hoy todavía sea 31 de diciembre. «Las casas rurales no lo han notado tanto porque tenían que pagar la mitad por adelantado y la gente ha preferido venir, aunque no haya nieve, antes de perder la fianza», explica un hotelero. Después de una temporada récord como la pasada, con más de 351.000 esquiadores y el incremento porcentual más importante de todas las estaciones de esquí de España —el 29,6% respecto al año anterior—, San Isidro vive sus horas más bajas de los últimos tres años a la espera de que nieve. Lo normal en invierno. Lo más deseado también
Una imagen vale más que mil palabras. Los bares están casi vacíos, en los restaurantes no hay colas para comer y en las tiendas de alquiler de esquíes apenas si contratan la mitad de equipos que un día en condiciones normales por estas fechas.

De los 23 kilómetros de pistas esquiables, apenas están abiertos dos en la zona de Cebolledo gracias a los 53 cañones que producen nieve artificial.

La imagen que ofrecía ayer la estación no era la de un fin de semana como final de año, aunque también hay quien ve las cosas con sentido positivo. «Para los que nos gusta esquiar está bien. No hay tantas colas», comentaba Juan, un joven esquiador leonés. Los grandes aparcamientos apenas cubrían la mitad de las plazas. «Muchos ya no suben porque saben que no hay nieve. Por ganas sí lo harían, pero hay que esperar», comentan los trabajadores de la estación.

La temporada ya empezó mal: este año estaba previsto que se iniciara el 25 de noviembre, pero hasta el día 10 de diciembre no se pudo abrir por falta de lo más esencial: la nieve. Ahora todos los deseos están depositados en los Reyes Magos para que traigan un gran manto blanco. Aunque los leoneses de esta parte de la Montaña Oriental no crean a pies juntos al hombre del tiempo —«ya nos ha hecho varias», dicen en una tienda de alquiler de material deportivo—, por toda la comarca corre de boca en boca que el día 4 empezará a nevar. Y eso, pese a la última imagen del satélite Meteosat que se publicaba ayer en la página web de la Diputación, propietaria de la estación, mostraba una imagen de España sin borrascas que no invitaba al optimismo. «Dicen que va a nevar porque lo han visto en páginas de Internet de Estados Unidos», comenta la misma fuente.

CON OPTIMISMO

La nieve es todo para Puebla de Lillo, pero los empresarios locales tampoco lo ven todo como para desesperarse. «Es un ciclo, con todo lo que digan de la capa de ozono; ya nevará», señala Ovidio Fernández Liébana, uno de los pioneros de la hostelería ligada a la estación de esquí.

Y es que depender del cielo da para todo tipo de historias. En los más de 30 años de historia que tienen las instalaciones de San Isidro, los viejos del lugar recuerdan como si fuera hoy lo que pasó el 20 de diciembre de 1980. Las buenas temperaturas contribuyeron a derretir la nieve y Puebla de Lillo vivió la mayor riada de su historia. «Ninguno de los que somos ya mayores lo podemos olvidar», asegura. Ovidio, dueño del hostal y restaurante Ruta del Porma, tiene todo tipo de historias. «Otros años, también es cierto, había gente que llamaba con dos meses antes para reservar para fin de año. Había gente que se le mandaba a León, a Riaño, a Asturias. Una cosa exagerada».

A Ovidio Fernández Liébana todos le conocen como 'Kiko'. Fue emigrante en Suiza y Francia y también trabajó en Madrid. Lleva toda la vida en la hostelería, donde ha pasado hasta 17 horas diarias detrás de un mostrador. Hace 34 años se instaló de nuevo en su pueblo. Primero abrió una fonda y hace 17 años levantó el mayor complejo hostelero de la zona. «Fui hasta pionero en los primeros remontes que tuvo San Isidro, en Salencias y La Raya», recuerda.

'Kiko' sí que las ha pasado canutas. Ha estado a punto de ser embargado un par de veces, cuando los intereses estaban al 14 y 16% «Lo pasé muy mal con dos hipotecas». «Lo de ahora no es nada. No ha nevado, pero ya nevará», insiste con ese carácter optimista que le caracteriza. «Cuando se depende del tiempo como en esta zona siempre se está en vilo».

Aunque no sean buenos tiempos, el pesimismo desde luego no invade a los industriales de la zona. Santiago Viejo acaba de abrir en Puebla de Lillo una tienda de alquiler de esquíes: Halfpipe se llama su negocio. «No es como otros años y lo notamos todos. Todo Puebla de Lillo y toda la zona», asegura este joven emprendedor. En Navidades, los negocios como el suyo alquilaban en un día como ayer, víspera de Nochevieja, casi todos sus equipos, sobre todo a portugueses y gallegos. «Hemos abierto el peor año, pero bueno, ya nevará».

Muchos negocios de alquiler de esquíes están en manos de jóvenes. Borja García Alonso tiene otra tienda de material deportivo. Asegura también que se está notando. «Un día de Navidad la media suele ser de 70 alquileres». Ayer, apenas llegaban a una treintena. Sin embargo, Borja no es pesimista tampoco. «Ya ha pasado más años», asegura. Y da una explicación: «Es que los tres últimos años hubo muchísima nieve en el puente de la Constitución y en Navidades. Hace cuatro años empezó a nevar el 4 de enero. Ojalá nieve a partir de los primeros días de enero, aunque es verdad que este año también están fallando muchos los partes del tiempo. No dan una».

Paravent, la empresa de Borja, es un negocio que ofrece una completísima oferta de multiaventura. Alquilan esquíes, organizan travesías, excursiones en bicicleta, escalada y también actividades de verano. Lo bueno, según este joven empresario, es que la temporada pueda alargarse hasta abril. «Otros años no se ha empezado hasta después de Reyes. Pero después hay nieve cinco meses».

DE UN AÑO A OTRO

Apenas unos 15.000 usuarios han disfrutado de la estación de esquí de San Isidro desde que abrió sus puertas esta temporada. Un dato demoledor teniendo en cuenta lo que pasó el año pasado. Las fiestas navideñas se cerraron entonces con 66.000 visitantes. El 8 de enero, la estación ya había superado las 170.000 visitas. 2007, por las cifras hasta ahora, está claro que no será un año récord. Mientras ahora hay dos kilómetros de pistas abiertas y apenas 30 centímetros de nieve en cotas altas, hace un año los espesores eran entre los 50 y los 150 centímetros, con 18 kilómetros esquiables.

Un dato que no ha cambiado de un año a otro ha sido la presencia creciente de esquiadores portugueses y gallegos en San Isidro. Desde Portugal cada vez viene mucha más gente. San Isidro es para ellos una estación cercana. «Vienen muchos y son los que más alquilan», coinciden en afirmar en la tiendas de la zona.

Buena parte del futuro de la Montaña leonesa está depositado en la nieve. La zona de Puebla de Lillo es el vivo ejemplo de lo que es ya una realidad. Casas rurales, hoteles, bares y tiendas de alquiler de material deportivo lideran ya la economía de la zona, que prácticamente ha abandonado su sector básico durante generaciones, la ganadería. Hoy apenas quedan ganaderos. La mayoría trabajan para 'Valles del Esla', el proyecto puesto en marcha por el empresario leonés David Álvarez que tiene su sede en el pueblo abandonado durante décadas de Camposolillo, cerca de Puebla de Lillo. «La hostelería es otra cosa, no es tan duro como el ganado. Lo importante es que la gente se quede», aseguran en uno de los bares de Puebla de Lillo, donde el tema de conversación estos días es la nieve. 'Kiko' es también un ejemplo de ello: «Antes la gente se tenía que ir, hoy ya pueden quedarse. Yo cederé ahora en enero el negocio a mis hijos, que ya están casi al frente de todo», añade Ovidio.

EN TODA LA COMARCA

La situación de San Isidro no sólo afecta a Puebla de Lillo, sino también a toda la comarca. Las consecuencias también se notan en Boñar, tradicional punto de encuentro para subir a la estación de esquí. La cafetería Viejo, en la calle principal de la localidad, ha sido siempre el lugar para una pausa en el viaje de los esquiadores. Un sábado como ayer debería haber dado decenas de comidas y haber puesto centenares de cafés. «No hay gente, porque no hay nieve», explica Roberto García, su nuevo dueño desde hace un par de años.

Lo mismo cuentan en otros negocios de Boñar. La estación de esquí de San Isidro es el motor de una parte importante de la Montaña. «Este año nos va a servir para no echar las campanas al vuelo. Estos últimos años muchos habían encontrado la gallina de los huevos de oro. Trabajaban cinco meses y vivían holgadamente durante todo el año. Ojalá no se repita, pero hay que impulsar muchas más actividades que una estación de esquí que depende del cielo», sostiene Arturo, dueño de un negocio de una casa rural cerca de Boñar.

La nieve que falta en San Isidro no sólo es el futuro económico de esta zona, sino de buena parte de la Montaña. En Laciana aspiran a que Leitariegos se convierta en una gran estación y lo mismo pasa con San Glorio.

«León ha perdido muchos años con el potencial que tiene. Podíamos ser lo mismo que Baqueira», se lamentan también en muchos pueblos de la Montaña, no sólo de Puebla de Lillo

QUE NIEVE

La nota triste de la jornada de ayer fue la muerte de un joven esquiador de 34 años de Zamora al sentirse indispuesto. Ocurrió en San Isidro pero pudo haber pasado en cualquier otro sitio. Mientras, los esquiadores que ayer subieron hasta la estación de esquí pudieron disfrutar de una ventosa mañana practicando su deporte favorito. Una mañana sin colas, pero con poca nieve. Una mañana de fin de año que no recordaba a las grandes aglomeraciones del año pasado. «Tiene que ser así. Unas veces no paras y otras están aquí sentado toda la mañana. El negocio es el negocio y vienen rachas buenas y rachas malas. Lo que no hay que hacer es desesperarse. Ya nevará», insiste una y otra vez la voz de la experiencia, 'Kiko', 34 años al frente del negocio. Ya nevará.

Fuente: El Mundo - La Crónica

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